El Curueño homenajea a Eufemiano, ‘el topo de La Mata’, enterrado en vida durante 10 años

Los escritores Julio Llamazares y Fulgencio Fernández participan el viernes en el filandón dedicado a Eufemiano Díez

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El Curueño homenajea a Eufemiano, ‘el topo de La Mata’, enterrado en vida durante 10 años
Eufemiano Díez, en silla de ruedas en 1982
El autor esPatricia  Izquierdo Pérez
Patricia Izquierdo Pérez
Lectura estimada: 2 min.

La Asociación Cultural los Cantarales organiza este viernes 8 de agosto en La Mata de Curueño un filandón en memoria de Femiano, conocido como ‘el topo de La Mata’. La Casa Concejo de la localidad, perteneciente al municipio de Santa Colomba, acoge a las 19.30 horas el evento que cuenta con la participación de Julio Llamazares y Fulgencio Fernández. Una vez finalizada la charla, el homenaje continúa con la inauguración de una placa en la casa familiar y la visita a la exposición ‘Raíces y memoria’, con fotos y documentos de Eufemiano Díez.

Las historias reales llevadas a la literatura o al cine resultan, en ocasiones, inverosímiles para el público. Es lo que le ocurre a Julio Llamazares con sus novelas ‘Luna de lobos’ y ‘El río del olvido’. Cuenta el escritor que sus lectores le reprochan haberse excedido en ciertas historias que les resultan difíciles de creer. Sin embargo, son relatos de hechos completamente reales. Una de ellas es la de Eufemiano Díez, narrada también en ‘Los topos’ de Manu Leguineche y Jesús Torbado.

Este vecino del Curueño, fallecido en 1984, pasó diez años de su vida enterrado en una fosa de la casa familiar, entre 1937 y 1947. El nicho, excavado en el suelo, en la corte de las ovejas, de dos metros de largo, ochenta centímetros de ancho y menos de un metro de profundidad, estaba cubierto por un tablero y excrementos de oveja esparcidos por su padre. El espacio reducido del agujero, del que solo salía durante la noche, apenas permitía la movilidad y le ocasionó secuelas físicas.

En los años que pasó escondido, vivió momentos terribles. Destaca la ocasión en que estuvo a punto de ahogarse, cuando el agua de un vecino que había regado la huerta aledaña se filtró en la fosa y la inundó. Eufemiano apenas tenía fuerzas para levantar el tablero. Tras una década de encierro, decidió poner fin a la situación. "Ya no aguantaba más, parecía que las cosas habían mejorado algo y me entregué a la guardia civil en un cuartel que habían puesto para mí en Pardesivil", expuso.

 

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