La combinación de distintos tipos de suelo, como el granito y la pizarra, un clima mediterráneo con influencia húmeda, pronunciados desniveles del terreno y viñedos con siglos de antigüedad, permite mantener vivas las variedades de uva propias de la zona: la Rufete y la Rufete Serrano Blanco, que aportan a los vinos un carácter elegante, fresco y complejo.
Las bodegas cuidan con esmero estas uvas a través de prácticas sostenibles, equilibrando el respeto por lo tradicional con una apuesta firme por la innovación, lo que da lugar a vinos de alta calidad y gran prestigio tanto en España como en el extranjero.
Uno de los grandes atractivos de la Ruta del Vino Sierra de Francia es su extraordinaria gastronomía. Productos locales como los embutidos de cerdo ibérico, la miel, los quesos, el aceite de oliva virgen extra elaborado con la variedad autóctona ocal, las castañas, las cerezas, los hornazos y los dulces típicos —como los sacatrapos o las perrunillas— se elaboran siguiendo recetas ancestrales y no dejan indiferente al visitante.
Estos sabores tradicionales son el complemento perfecto para los vinos con Denominación de Origen Protegida Sierra de Salamanca, creando maridajes llenos de identidad y sabor.
La ruta también es un reflejo vivo de la historia. La presencia humana en la Sierra se remonta a tiempos muy antiguos, como lo demuestran las pinturas rupestres del misterioso valle de Las Batuecas y otros vestigios arqueológicos. Durante la Edad Media, la zona fue repoblada por colonos franceses, lo que explica tanto el nombre de la ruta como la persistencia de apellidos de origen galo en la actualidad.
Recorrer la Ruta del Vino Sierra de Francia también es sumergirse en sus fiestas populares, manifestaciones culturales que mantienen vivas las tradiciones y el legado intangible del territorio.
Celebraciones como autos sacramentales, romerías y ofertorios, muchas veces vinculadas al vino y su cultura, permiten al visitante disfrutar de trajes tradicionales con ricos bordados serranos, vivir la música y danzas del folclore local y sentirse parte de la comunidad gracias a la calidez y hospitalidad de sus habitantes.

El legado patrimonial de los 22 municipios que forman parte de esta ruta incluye un total de 37 bienes catalogados como de interés cultural. Todos ellos preservan la esencia de la arquitectura tradicional serrana y el diseño urbano característico de la zona, donde sobresalen viviendas con planta baja de sillares de granito y pisos superiores con amplias balconadas de madera, formadas por entramados de vigas rellenos con adobe o mampostería. La belleza de estos pueblos es evidente, con seis de ellos reconocidos como Conjuntos Históricos: Sequeros, San Martín del Castañar, Villanueva del Conde, Mogarraz, Montemayor del Río y Miranda del Castañar.
Déjate llevar por el encanto de sus callejuelas y su arquitectura tradicional, y descubre rincones fascinantes como castillos, iglesias, murallas y antiguos castros prerromanos que te transportarán a otras épocas y te regalarán vivencias memorables.
La oferta también se adapta a quienes buscan contacto directo con la naturaleza. Los más aventureros podrán disfrutar de propuestas sostenibles como las rutas de senderismo en los Caminos de Arte en la Naturaleza, que conectan municipios con la distinción de Conjunto Histórico, y en cuyo recorrido se pueden encontrar obras de arte integradas en el paisaje. También hay opciones para la observación de aves y el cicloturismo.
Explora además los paisajes del río Alagón a través de Los Senderos del Alagón, un conjunto de rutas que te llevará a descubrir vestigios de la antigua cultura vitivinícola de la zona en la singular Ruta de los Lagares Rupestres.